El 19 de julio de 1937 se estrena en las salas Radiocine y Payret, de La Habana, el primer largometraje sonoro cubano, La serpiente roja, dirigido por Ernesto Caparrós y realizado en cooperativa con un mínimo de recursos, equipos y servicios de la Royal Advertising News. Este filme, basado en un exitoso programa radial de aventuras, recaudó más de $50,000 en tres meses, a pesar de su poca calidad.
Con esta película se demostró que no existía interés alguno por eludir a la realidad nacional, pero aprovechando el interés del público por una tira cómica publicada los domingos en el periódico El País, Manolo Alonso, con ayuda de otros dibujantes, realiza el primer dibujo animado cubano sonoro: Napoleón, el faraón de los sinsabores, corto de dos minutos de duración, en blanco y negro y 35 mm, realizado de forma artesanal.
El empeño fracasó al no encontrar exhibidor, y tiene su antecedente en la única animación silente de que se ha encontrado información Conga y chambelona, de Rafael Blanco, realizada en 1919.
El año 1938 es vital para el cine sonoro cubano, porque se propone establecer una industria cinematográfica nacional y es un año rico en proyectos y en constituciónde casas productoras que pretenden realizarlos. Surgieron varias empresas productoras que no llegaban al segundo rodaje. En realidad no eran compañías con grandes capitales y planes de producción continua sino intentos aislados por cuyo camino jamás llegarían a un cine nacional estable. Ejemplos: Laboratorios Parra, Royal News, Películas Cubanas S.A., Compañía Cinematográfica Cubana, Producciones C.H.I.C., EscuelaCubana de Arte Cinematográfico, Ciudad Fílmica de Cuba, Academia de Arte Dramático, Laboratorios Piñeyro, Agrupación de Técnicos Cinematográficos, Cine en la Universidad de La Habana, Departamento de Cinematografía, etc.
La inestabilidad económica en este período hacía casi imposible, por parte de los empresarios cubanos, enfrentar los costosde las inversiones necesarias para asumir los gastos del cine sonoro. Si se compara la producción, que en la década del veinte había sido de cuarenta y un filmes, vemos como sufre una baja notable durante la siguiente, con solo doce largometrajes y un corto de ficción. A pesar de los esfuerzos de los empresarios no se logró, en modo alguno, competir con el cine norteamericano que ya dominaba todas las esferas del negocio, la producción, la distribución y la exhibición. La industria norteamericana, con todos sus mecanismos garantizados, dominaba el mercado y contaba con la aceptación del público.
En el período de 1945 al 1948 hay una consolidación del cine sonoro y con ello la aparición de la industria electrónica en el control de la industria cinematográfica.
La Cinemateca de Cuba, se inicia en 1948 como el primer Cine Club que funcionó en La Habana, con una perspectiva más amplia en sus funciones, se convierte en 1950 en una institución con todas las características inherentes a la misma, pero sin los recursos económicos necesarios para su buena marcha.
Con el golpe militar del 10 de marzo de 1952 el país sufrió una crisis económica como consecuencia de un gobierno impopular. Como era de esperarse el negocio de cine se vio más afectado que ninguno ya que en tiempos normales el capital nunca se había esforzado en financiar la industria de películas, menos lo haría en un clima de inseguridad y sin garantías.
Con esta película se demostró que no existía interés alguno por eludir a la realidad nacional, pero aprovechando el interés del público por una tira cómica publicada los domingos en el periódico El País, Manolo Alonso, con ayuda de otros dibujantes, realiza el primer dibujo animado cubano sonoro: Napoleón, el faraón de los sinsabores, corto de dos minutos de duración, en blanco y negro y 35 mm, realizado de forma artesanal.
El empeño fracasó al no encontrar exhibidor, y tiene su antecedente en la única animación silente de que se ha encontrado información Conga y chambelona, de Rafael Blanco, realizada en 1919.
El año 1938 es vital para el cine sonoro cubano, porque se propone establecer una industria cinematográfica nacional y es un año rico en proyectos y en constituciónde casas productoras que pretenden realizarlos. Surgieron varias empresas productoras que no llegaban al segundo rodaje. En realidad no eran compañías con grandes capitales y planes de producción continua sino intentos aislados por cuyo camino jamás llegarían a un cine nacional estable. Ejemplos: Laboratorios Parra, Royal News, Películas Cubanas S.A., Compañía Cinematográfica Cubana, Producciones C.H.I.C., EscuelaCubana de Arte Cinematográfico, Ciudad Fílmica de Cuba, Academia de Arte Dramático, Laboratorios Piñeyro, Agrupación de Técnicos Cinematográficos, Cine en la Universidad de La Habana, Departamento de Cinematografía, etc.
La inestabilidad económica en este período hacía casi imposible, por parte de los empresarios cubanos, enfrentar los costosde las inversiones necesarias para asumir los gastos del cine sonoro. Si se compara la producción, que en la década del veinte había sido de cuarenta y un filmes, vemos como sufre una baja notable durante la siguiente, con solo doce largometrajes y un corto de ficción. A pesar de los esfuerzos de los empresarios no se logró, en modo alguno, competir con el cine norteamericano que ya dominaba todas las esferas del negocio, la producción, la distribución y la exhibición. La industria norteamericana, con todos sus mecanismos garantizados, dominaba el mercado y contaba con la aceptación del público.
En el período de 1945 al 1948 hay una consolidación del cine sonoro y con ello la aparición de la industria electrónica en el control de la industria cinematográfica.
La Cinemateca de Cuba, se inicia en 1948 como el primer Cine Club que funcionó en La Habana, con una perspectiva más amplia en sus funciones, se convierte en 1950 en una institución con todas las características inherentes a la misma, pero sin los recursos económicos necesarios para su buena marcha.
Con el golpe militar del 10 de marzo de 1952 el país sufrió una crisis económica como consecuencia de un gobierno impopular. Como era de esperarse el negocio de cine se vio más afectado que ninguno ya que en tiempos normales el capital nunca se había esforzado en financiar la industria de películas, menos lo haría en un clima de inseguridad y sin garantías.
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