La década del 90 del pasado siglo constituyó una de las etapas más difíciles por las que ha atravesado nuestra isla, al férreo bloqueo económico estadounidense se unió la caída de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y la desaparición del Campo Socialista, nuestro país quedó muy afectado económicamente, pues más del 75 por ciento de nuestro comercio se realizaba con la URSS y demás integrantes del CAME. Comenzó, por tanto, una nueva etapa, a la que oficialmente se le denominó Período Especial, caracterizada por una profunda escasez de recursos, materias primas, productos de toda índole, en fin, de la noche a la mañana, nos habíamos quedados prácticamente solos frente al imperio norteamericano.
Muchos fueron los sectores que se vieron afectados tras esta crisis y el deporte no escapó a la misma, comenzaron a escasear los implementos deportivos (guantes, bates, pelotas, balones, aros, raquetas, colchones, uniformes, mayas, etc), los convenios deportivos que teníamos con estos países desaparecieron, nuestros atletas, que en su período de preparación, realizaban giras y competiciones en el viejo continente, principalmente en las naciones socialistas, vieron afectadas las mismas, trayendo consigo un déficit en cuanto a topes deportivos; hubo que comenzar prácticamente de cero y trazar nuevas estrategias que suplieran estas adversidades.
Otro de los elementos perjudiciales en esta etapa fueron las deserciones de algunos deportistas, alentados por las millonarias sumas de dinero que le ofrecían los magnates del profesionalismo, que veían, de esta manera, una forma de propiciar la debacle del deporte cubano y de la Revolución en sentido general.
A pesar de estos problemas, nuestro estado, representado por el INDER, se dio a la tarea de continuar desarrollando nuestro deporte, no sólo desde el punto de vista competitivo, sino como expresión del modo de vida de todo un pueblo, de la lucha por las ideas que defiende y por tanto, en esta década, se masificó aún más esta actividad, se continuaron perfeccionando los planes de entrenamiento, continuamos llevando la actividad física a los lugares mas recónditos del país, aumentamos el nivel científico de nuestros entrenadores y preparadores deportivos y como colofón de esta estrategia, nos reafirmamos, a lo largo de este período, como la primera potencia deportiva latinoamericana y la segunda a nivel mundial, entre las pertenecientes a los países subdesarrollados.
En estos años alcanzamos, como ya se ha mencionado con anterioridad, el primer lugar por naciones en los Juegos Deportivos Panamericanos de La Habana 1991 y el segundo lugar en los Juegos de Mar del Plata y Winnipeg, sólo aventajados por los Estados Unidos. En Juegos Olímpicos, logramos un destacadísimo quinto lugar en Barcelona 1992, además de la octava y novena posición en los juegos desarrollados en las ciudades de Atlanta y Sydney respectivamente, en estas olimpiadas solo China nos superó como representantes del tercer mundo.
Además obtuvimos innumerables preseas, de todo color, en los campeonatos y copas del mundo efectuadas, en estos años, en diversos deportes, evidenciando, como a pesar de la crisis económica en que se encontraba nuestro país, el deporte continuaba siendo un fiel representante de las conquistas alcanzadas por el pueblo y una expresión, además, del espíritu de victoria del cubano.
Muchos fueron los sectores que se vieron afectados tras esta crisis y el deporte no escapó a la misma, comenzaron a escasear los implementos deportivos (guantes, bates, pelotas, balones, aros, raquetas, colchones, uniformes, mayas, etc), los convenios deportivos que teníamos con estos países desaparecieron, nuestros atletas, que en su período de preparación, realizaban giras y competiciones en el viejo continente, principalmente en las naciones socialistas, vieron afectadas las mismas, trayendo consigo un déficit en cuanto a topes deportivos; hubo que comenzar prácticamente de cero y trazar nuevas estrategias que suplieran estas adversidades.
Otro de los elementos perjudiciales en esta etapa fueron las deserciones de algunos deportistas, alentados por las millonarias sumas de dinero que le ofrecían los magnates del profesionalismo, que veían, de esta manera, una forma de propiciar la debacle del deporte cubano y de la Revolución en sentido general.
A pesar de estos problemas, nuestro estado, representado por el INDER, se dio a la tarea de continuar desarrollando nuestro deporte, no sólo desde el punto de vista competitivo, sino como expresión del modo de vida de todo un pueblo, de la lucha por las ideas que defiende y por tanto, en esta década, se masificó aún más esta actividad, se continuaron perfeccionando los planes de entrenamiento, continuamos llevando la actividad física a los lugares mas recónditos del país, aumentamos el nivel científico de nuestros entrenadores y preparadores deportivos y como colofón de esta estrategia, nos reafirmamos, a lo largo de este período, como la primera potencia deportiva latinoamericana y la segunda a nivel mundial, entre las pertenecientes a los países subdesarrollados.
En estos años alcanzamos, como ya se ha mencionado con anterioridad, el primer lugar por naciones en los Juegos Deportivos Panamericanos de La Habana 1991 y el segundo lugar en los Juegos de Mar del Plata y Winnipeg, sólo aventajados por los Estados Unidos. En Juegos Olímpicos, logramos un destacadísimo quinto lugar en Barcelona 1992, además de la octava y novena posición en los juegos desarrollados en las ciudades de Atlanta y Sydney respectivamente, en estas olimpiadas solo China nos superó como representantes del tercer mundo.
Además obtuvimos innumerables preseas, de todo color, en los campeonatos y copas del mundo efectuadas, en estos años, en diversos deportes, evidenciando, como a pesar de la crisis económica en que se encontraba nuestro país, el deporte continuaba siendo un fiel representante de las conquistas alcanzadas por el pueblo y una expresión, además, del espíritu de victoria del cubano.
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